lunes, 10 de noviembre de 2014

13/08/2014

Astorga (León) - Trabadelo (León)

Aprovecho para dormir como un lirón y hacer una colada. Paso el día con Carlos tomando vinos por Astorga y como un espectacular cocido maragato con la familia de Mariluz. Me despido de todos antes de que la modorra siestera me apalanque y tiro para Ponferrada por el puerto de Foncebadón, cruzando La Maragatería.



Para protegerme del frío, Carlos me llenó media botella de orujo blanco que hace su suegra en casa.










El trayecto por la sierra, arriba y abajo, no tiene más tráfico que el de algunos peregrinos haciendo el Camino de Santiago en pequeños grupos o en bicicleta. Pueblos de cuento, con casas de piedra y techos de pizarra. No hay fotos porque me quedé sin batería en la táblet.



Manjarín. Estoy a 5.000km de Jerusalem.














Vistas al castillo de Ponferrada.





Un ángel decapitado: monumento contra la violencia.














En Huesca, Míchel me recomendó que visitara Balboa y la Sierra de los Ancares, donde anduvo hace años formándose como guardia forestal. Llegar hasta Balboa es difícil. Está lioso conducir por estas montañas, hay mucho tráfico y está todo lleno de peregrinos. Por más que subo y bajo, y a pesar de que sí hay indicaciones, no encuentro Balboa por ninguna parte. Ni los viejos de la zona se aclaran para indicarme. Me duele el culo, las manos, y estoy hasta los cojones de pasar frío. Necesito una ducha caliente con urgencia para dejar de titiritar, así que me toca pillar una habitación en Trabadelo, antes de que los peregrinos las ocupen todas y me toque dormir a la intemperie, y aquí las temperaturas son muy bajas y hay mucha humedad.

En el albergue me dicen que los Ancares no se recorren en un rato, que es una extensión montañosa que abarca cantidad de kilómetros y se tarda un día entero en recorrérselo uno. ¡Pues no me jodas! Yo mañana a mediodía tengo que estar en Orense, que he quedado con Marizombi para comer, y además tengo ya la habitación del hotel reservada. Imposible cambiar la reserva a estas alturas e imposible visitar Balboa. Estoy a un palmo de lograr mi objetivo, nunca más volveré por aquí y no voy a venir adrede desde Alicante. Me quedo acariciando la meta pero no la toco. Es lo que hay. Me consolaré con una ducha de agua hirviendo de dos horas y un lingotazo de orujo blanco casero.



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