14/08/2014

Trabadelo (León) - Orense

De no ser por la toalla del albergue, tendría el culo empapado, pues el rocío matutino me entrega una moto totalmente pasada por agua. Salgo de las montañas dejando peregrinos durmiendo en merenderos por la única carretera que hay, a la cual el sol no toca ni una pizca, y yo vuelvo a empezar la marcha temblando como un flan, deseando salir de aquí para que los rayos del sol me calienten un poco. Pero tras escapar de las frías montañas, el cielo está encapotado y es como si éste no existiera. Además, la carretera va pegada al río y tengo que parar cada cuarto de hora para entrar en calor. Maldita la hora en que pensé que en agosto toda España era un horno como Alicante. Maldita rebequilla de mierda que me he traído "por si las moscas". La humedad tritura mis huesos y el aire se cuela por los agujerillos de mi ridícula ropa de abrigo.

El Mortadelo que me regaló Ana Peich me lo puese entre el cuerpo y la ropa. No redujo el frío que llevaba metido, pero sí hizo pantalla para que el aire frío que traspasaba mi rebeca no me rematara. Gracias al tebeo llegué a Orense de una pieza.

En Orense me recibe Marizombi, otra compinche de batallas por intenné. Igual que con Ana Peich, hacíamos los gamberros con nuestros respectivos troles hace años en el Caralibro. Qué tiempos... Tampoco nos conocíamos en persona, pero fue como si nos conociéramos de toda la vida.

Con Marizombi en la cafetería STOP, su oficina y lugar de trabajo. No me enseña la ciudad, me lleva de bar en bar, como quien juega a la oca, y yo cumplo con mi deber bebiendo todo el vino, cerveza, whisky y orujo que me ofrecen. No recuerdo a qué hora llegué al hostal, ni cómo llegué... Bueno, sí, llegué hecho un infraser.