lunes, 10 de noviembre de 2014

21/08/2014


Me levanto de muy buen rollo y me voy a desayunar al bar "El buen rollo", que hay en la entrada del pueblo. Me tomo dos cafés con leche mientras cargo la batería del móvil y la táblet, y el barman me pone dos bollos rellenos de chocolate sin habérselos pedido. En Salamanca me pusieron unos churros con el café y me los comí, y me soplaron una pasta. Sin embargo, lo que me cobra es ridículo. Lo mismo te clavan en el pueblo de al lado que te agasajan en el siguiente. Esto es una lotería.

Cuando mi tío Fernando me regaló la moto, hacía por lo menos veinte años que no conducía una. La última vez que tuve moto fue cuando repartía pizzas a domicilio, y aquellas eran las típicas motos de macarrilla (de 49cc) que podías tumbar. Así que me apunté en un foro motero (shadow custom club) para consultas típicas de novato en moto de 125cc. En dicho foro, avisé de este viaje que pensaba hacer por si alguno hubiera hecho algo parecido o conociera parte de la ruta y me pudiera informar o asesorar al respecto. Aparte de esto, me encontré con que alguno quería acompañarme algún tramo del viaje si pasaba cerca de donde estaban. Sólo con Jesús Amante Bilingüe se han podido dar estas circunstancias.

Con Jesús Amante, del SCC, dispuestos a pasar el día en la carretera haciendo kilómetros. Viene desde Ávila y me acompaña hasta Malagón (por la Ruta del Quijote). Redondeando, entre el camino hasta nuestro encuentro en la Puebla de Montalbán, el trayecto hasta Malagón y la vuelta a Ávila, se chupa casi 500km (unos 130km junto a mí, a 60-70km/h, por carreteras nacionales y secundarias), sin importarle lo más mínimo no conocerme de nada. A él le gusta rodar en moto sin destino y sin prisas. Lo prefiere a esas quedadas moteras de recorrer 100km en grupo y luego pasarse el día comiendo y bebiendo en cualquier lugar. Así que insiste en que soy yo quien le hace un favor por sacarlo de casa y no nos ponemos de acuerdo a la hora de quién invita a quién a comer o si pagamos a escote.



Cruzamos el estrecho del Parque Nacional de Cabañeros, por el embalse  Torre de Abraham. Por el camino, Jesús me inmortaliza sobre ruedas, en mi particular Ruta 66.











Es un gustazo tener a Jesús cubriéndome las espaldas y enseñándome sobre pájaros (fuera de Alicante todo el mundo sabe de pájaros, oiga). Me señala abejarucos, águilas, buitres, quebrantahuesos, halcones... Hoy he aprendido a distinguirlos según sus vuelos o el diseño de sus colas.



No sé si volveré a ver a Jesús Amante Bilingüe alguna vez más en mi vida, pero el ratito que me ha dedicado hoy lo recordaré siempre. No deja de sorprenderme que un tipo que no me conoce de nada se haya tomado tantas molestias por pasar el día conmigo. Me gusta saber que hay gente que hace estas cosas. Éste tío es de los míos. ¡Gracias, Jesús, desde aquí te mando un fuerte abrazo!






Tras las cervezas de despedida en Malagón, sigo hacia las Tablas de Daimiel, restregándome las manos de satisfacción de pensar que voy a dormir en plena naturaleza una noche más. Pero, he tú, que no puedo pasar con la moto. Ni con la moto, ni con coche, ni en bici. Las Tablas de Daimiel se recorren a pata. Así que mi gozo en un pozo, porque no pienso dejar la moto en el parking de la entrada y buscar a pie, cargado de bártulos, algún sitio donde dormir en medio del parque natural. Ni de coña.














Como cuando dormí en Costean (Huesca). Entre estas dos casitas en medio de unos viñedos planto el campamento esta noche y duermo como un bendito.

















2 comentarios:

  1. Que bueno lo de Jesús, que sorpresas dan los viajes!!

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  2. Totalmente con Eloy! Tiene que ser fantástico encontrar gente así, con la que compartir un día que seguramente recuerdes toda la vida... Qué experiencia de viaje! ;)

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